Más pesadillas: el coronavirus también transformó nuestros sueños

MARÍA DE LOS ÁNGELES ORFILA – EL PAIS URUGUAY

Diversos estudios reportan más pesadillas relacionadas con miedos, enojos, contagio y limpieza; es un fenómeno global

Estaba en una fiesta con mucha gente que le tosía encima. Notaba que nadie llevaba tapabocas; ni siquiera él mismo. Entre la multitud reconoció a una expareja problemática que comenzó a golpear a su novia actual. Y, en un momento, sonaron disparos en el lugar; entonces, abrazó a su novia y la llevó en una corrida desesperada hasta la salida.

Federico despertó sobresaltado. Momentos después pudo procesar lo que había soñado: había elementos que identificaba, como el temor al contagio por coronavirus, la protección de un ser querido y el miedo a una muerte violenta, pero la combinación lo dejó perplejo; más cuando no era la primera pesadilla “rara” que había tenido en los últimos meses.

La amenaza global relacionada con la pandemia de COVID-19 condujo a un aislamiento social generalizado –obligatorio en muchas partes del mundo– y a una crisis económica. Científicos se preguntaron desde el comienzo: ¿cambiarían los sueños? Y la respuesta es sí. Federico no está ni loco ni es el único.

Los investigadores Natalia Mota y Sidarta Ribeiro, pertenecientes al Brain Institute de la Universidade Federal do Rio Grande do Norte, recientemente publicaron un estudio sobre los sueños y pesadillas durante los meses de confinamiento. Su conclusión es que “los sueños de pandemia” mostraron una mayor identificación con sentimientos de ira, enojo, tristeza y miedo y situaciones relacionadas con el contagio y la limpieza.

Los sueños procesan las emociones fuertes y traumáticas, especialmente, aquellas que ponen en riesgo la vida. Sirven para “digerir” la intensidad de una emoción negativa para recordar los eventos de una manera más neutral. Las pesadillas son el resultado de una exposición a los mismos estímulos pero de forma en la que el soñador vuelve a sentirse traumatizado.

“Cuando se declaró la pandemia, esperábamos que los sueños reflejaran la misma angustia que estamos viviendo colectivamente: miedo al contagio, a la enfermedad y a la muerte. También imaginamos que las personas con mayor sufrimiento mental serían precisamente las que soñarían más sobre este tema”, explicó Mota, psiquiatra especializada en el desarrollo cognitivo.

Las personas estudiadas relataron más sueños con contenidos asociados al contagio, a la vergüenza por no usar mascarilla en público (“como si no tuviera ropa”, apuntó Mota), a la limpieza compulsiva de la ropa, utensilios y zapatos y a la identificación de la suciedad en entornos cotidianos como el hogar o el trabajo.

El neurocientífico Ribeiro apuntó: “En este momento estamos todos mucho más unidos en nuestros miedos: miedo a morir o miedo a las consecuencias económicas. También tenemos el deseo parecido de que las cosas vuelvan a lo que eran (antes de la pandemia)”. Así se conforman las pesadillas: con la ansiedad y el miedo. “La ansiedad y el insomnio disminuyen el tiempo de sueño y la persona pierde capacidad de regulación emocional de lo que le es adverso y genera contenido negativo en sus sueños”.

Experiencia colectiva que se repite en la historia

Investigaciones similares en otros países también registraron un aumento de personas que dicen acordarse de un sueño (lo que se conoce con el término “dream recall”), lo que implica mecanismos neurofisiológicos particulares. Para el neurocientífico Sidarta Ribeiro, lo que se ve “no es una experiencia de un individuo sino de un colectivo; en este caso, de una especie entera”. Lo mismo sucedió en otros momentos traumáticos de la historia: con excombatientes en guerras, sobrevivientes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 o con los niños en la Franja de Gaza que revelaron sueños donde se reflejaba la lucha por la supervivencia o estrategias de escape y eran padecidos como otra forma de sufrimiento.

Metabolizar las emociones y recuerdos

La neurociencia y la psicología coinciden en que soñar ayuda a sobrellevar las emociones negativas y aprender de la experiencia. En el Brain Institute, en concreto, se estudia la teoría de que los sueños son un mecanismo fisiológico de la mente para “metabolizar” principalmente los recuerdos emocionales y preparar al soñador para los desafíos del día siguiente. En este marco, Mota los ilustró como “un escenario de realidad virtual potente y personalizado por el que, de forma segura, el individuo tiene la posibilidad de entrenar y probar comportamientos ante posibles desafíos futuros”.

De septiembre a diciembre de 2019, los investigadores habían hecho una prueba. Mediante una aplicación rastrearon signos de sufrimiento mental en personas sanas que informaban sus recuerdos afectivos, incluidos sus sueños. Cuando se desató la pandemia, decidieron repetirla. “Seguimos más de 200 informes de sueños en el primer mes de medidas de aislamiento social en Brasil que, en comparación con el período previo, tenían una mayor proporción de palabras vinculadas a la ira y la tristeza, así como una mayor similitud semántica con los términos de contaminación y limpieza”, indicó Mota a El País.

Cómo controlar los sueños malos.

Las terapias ayudan para encontrar los significados que tienen las pesadillas para el soñador. La psiquiatra Natalia Mota aclaró: “Pero se necesita valor y apoyo para observar estos sueños sin sufrir”. El neurocientífico Sidarta Ribeiro recomendó hablar sobre ellas con familiares y amigos en un ambiente ameno. Pero si se quiere dar otro paso, una posibilidad es aprender a tener sueños lúcidos. “Son los sueños donde uno sabe que está soñando y puede controlarlo”, explicó. Este es un sueño “súper REM”: “Un sueño fuerte con mucha activación de la corteza prefrontal”. Si se tienen pesadillas recurrentes y la persona aprende a controlar el sueño lúcido, “se torna conciente de que está soñando y puede terminar la pesadilla y transformar la emoción”. El resultado sería lo que muestra la película El Origen de Christopher Nolan.

También midieron el sufrimiento mental de los individuos e identificaron una asociación directa con el aislamiento social y cambios intensos en el contenido de los sueños. “Si bien nuestras vidas seguras nos traen sueños que serían como metabolizar una sopa de verduras, actualmente tenemos el riesgo constante de modificar nuestras vidas, nuestro mundo y nuestra realidad; por esta razón es como si le exigiéramos a nuestros sueños la digestión de un churrasco”, comparó.

El “oráculo” de los futuros posibles.

Se acepta que la pesadilla fue el primer tipo de sueño que empezó con los primeros ancestros de los mamíferos, dijo el neurocientífico Sibarta Ribeiro. Y es entendida como una “simulación de un futuro malo”. El lado positivo de las pesadillas primitivas es que generaron una ventaja adaptativa que permitía evitarlo. Ribeiro puso este ejemplo: un carpincho va hasta un río a beber pero un cocodrilo lo ataca y huye herido. Se va a dormir con sed y con miedo. La combinación de adrenalina, cortisol y noradrenailna que provocó ese evento traumático le generó “una memoria muy fuerte”. Durante el sueño, cuando se genera actividad eléctrica en el cerebro, durante la fase REM, el cerebro busca esas memorias. “Otra vez el carpincho va a imaginarse enfrentándose al cocodrilo pero no va a ser exactamente igual, porque la actividad eléctrica es más libre: entonces, no era un cocodrilo, eran dos, o la herida fue peor. Hay variaciones del tema, pero la pesadilla es una memoria del pasado. Pero la magia del oráculo probabilístico de la simulación de futuros posibles pasa cuando despierta el animal”, indicó. A la mañana se acuerda del sueño, siente miedo y no vuelve a tomar agua en el mismo lugar.

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